Martijn era un hombre de origen extranjero que había vivido durante veinte años en un pueblo tranquilo de México. Había formado una familia y se había adaptado a la vida en esa comunidad. Todo parecía ir bien hasta que, durante las fiestas del pueblo, su hijo fue asesinado.
La noticia sacudió a Martijn y a su esposa. La tristeza, el dolor y la impotencia se apoderaron de ellos. La policía inició una investigación, pero no encontró al asesino. Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses. Todo parecía indicar que el culpable nunca sería encontrado.
Sin embargo, un día la policía dio la noticia de que habían capturado al asesino. Martijn sintió una mezcla de alegría y tristeza. Alegría porque finalmente había justicia y tristeza porque su hijo no volvería a la vida.
El asesino recibió una condena de veinte años de prisión. Martijn y su esposa pensaron que eso era todo. Que podrían empezar a sanar sus heridas y seguir adelante con sus vidas. Pero todo cambió cuando supieron que el asesino había sido liberado.
Martijn no podía creerlo. ¿Cómo era posible que alguien que había arrebatado la vida de su hijo pudiera salir de la cárcel tan pronto? ¿Dónde estaba la justicia en eso? ¿Cómo podrían vivir con la idea de que el asesino andaba libre por las calles del pueblo?
La ira y la sed de venganza comenzaron a crecer en el interior de Martijn. Sabía que no podía dejar que el asesino se saliera con la suya. No podía permitir que su hijo muriera en vano. Decidió que tomaría la justicia por su mano.
Martijn comenzó a investigar todo lo que pudo sobre el asesino. Quería saber todo lo que había hecho durante los años que estuvo en la cárcel. Quería saber quiénes eran sus amigos y enemigos. Quería saber todo lo que pudiera para poder vengar la muerte de su hijo.
Pero la venganza no es fácil. Martijn tuvo que planear todo cuidadosamente. Sabía que si cometía un error, podría terminar en la cárcel o, peor aún, muerto. Pasó largas noches pensando en el plan perfecto. Un plan que le permitiera acabar con el asesino sin ser descubierto.
Finalmente, llegó el día de la venganza. Martijn sabía que el asesino frecuentaba un bar en las afueras del pueblo. Era un lugar oscuro y peligroso, pero Martijn estaba dispuesto a correr el riesgo. Se disfrazó con ropa oscura y una capucha que cubría su rostro. Tomó su pistola y salió de su casa en busca de justicia.
Cuando llegó al bar, se aseguró de que el asesino estaba allí. Lo vio sentado en una mesa, rodeado de sus amigos. Martijn se acercó sigilosamente y, sin decir una palabra, disparó tres veces al asesino. Los amigos del asesino intentaron reaccionar, pero Martijn fue más rápido. Logró escapar del lugar sin ser detectado.
Martijn regresó a casa con una sensación de alivio. Sabía que había hecho justicia. Sabía que su hijo podía descansar en paz. Pero también sabía que tendría que vivir con las consecuencias de lo que había hecho. Sabía que tendría que vivir con el peso de haber tomado la justicia por su mano.
Ricochet. Retrato de una venganza es una historia desgarradora que nos muestra hasta dónde puede llegar la sed de venganza de un padre que ha perdido a su hijo. Nos recuerda que, aunque la justicia es importante, a veces no es suficiente. Que hay personas que necesitan hacer justicia por sí mismas para poder encontrar la paz que tanto anhelan. Pero también nos recuerda que la venganza puede tener consecuencias terribles. Que puede destruir vidas y familias enteras. Que, a veces, es mejor dejar que la justicia siga su curso.
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