Amaki Tsuru estaba emocionada de comenzar su primer año en la Universidad de Aonagi. Aunque estaba nerviosa por la transición a la vida universitaria, estaba segura de que sería una experiencia emocionante. Pronto descubrió que la universidad ofrecía una amplia variedad de actividades extracurriculares, y decidió unirse al equipo de tenis.
Aunque disfrutaba jugando al tenis, en realidad prefería el voleibol. Había jugado en el equipo de su escuela secundaria y siempre había disfrutado de la emoción y la camaradería del deporte. Pero como no había un equipo de voleibol en la universidad, decidió probar suerte en el tenis.
Todo iba bien hasta que un día, mientras practicaba en la cancha, una bola se le escapó y se dirigió hacia una persona que pasaba por allí. Tsuru corrió para intentar detener la bola, pero era demasiado tarde. La pelota golpeó al extraño en el rostro, dejándolo inconsciente en el suelo.
Tsuru estaba horrorizada. No podía creer lo que acababa de pasar. ¿Cómo podía haber sido tan descuidada? La culpa la atormentaba, y no podía dejar de pensar en el hombre herido. No sabía qué hacer o cómo reparar el daño que había causado.
La policía llegó poco después y Tsuru se entregó. Explicó lo que había sucedido y se disculpó con el hombre herido y su familia. Aunque el hombre se recuperó, Tsuru no podía dejar de sentirse culpable por lo que había sucedido.
El incidente cambió la vida de Tsuru para siempre. Ya no podía disfrutar del tenis o de cualquier otra actividad sin sentirse ansiosa y prestando mucha atención a su alrededor. La culpa la acompañaba a todas partes, y no podía dejar de pensar en cómo su descuido había afectado a la vida de otra persona.
Fue entonces cuando decidió hacer algo al respecto. Comenzó a investigar sobre la prevención de accidentes y la seguridad en los deportes. Se unió a un grupo de estudiantes que trabajaban para mejorar las medidas de seguridad en la universidad. También comenzó a estudiar para convertirse en paramédica, para poder responder rápidamente a situaciones de emergencia y ayudar a las personas necesitadas.
A medida que se adentraba en este nuevo camino, Tsuru comenzó a sentirse más segura y con un propósito en su vida. Sabía que no podía cambiar el pasado, pero podía hacer algo positivo para ayudar a evitar que algo así sucediera de nuevo.
La experiencia también le enseñó la importancia de tomar responsabilidad por sus acciones. Aprendió que todos somos responsables de nuestras acciones y que debemos ser conscientes de cómo nuestras decisiones afectan a los demás.
Años después, Tsuru mira hacia atrás en ese día fatídico en la cancha de tenis como un punto de inflexión en su vida. Sin ese incidente, nunca habría descubierto su pasión por la seguridad y la ayuda a los demás. Aunque fue doloroso en el momento, la experiencia la llevó a un camino mejor y más significativo.
En conclusión, todos podemos aprender de la experiencia de Amaki Tsuru. Es importante tomar responsabilidad por nuestras acciones y ser conscientes de cómo nuestras decisiones pueden afectar a los demás. También debemos ser capaces de encontrar propósito y significado en momentos difíciles, y trabajar para convertir esas experiencias en algo positivo.